Lecciones de la Naturaleza

Mi Dios no cambia

Caminar sobre una hermosa alfombra de hojas ocres y amarillas es de esas cosas que me llenan el corazón de alegría. Y escuchar el sonido crujiente de las mismas al caminar sobre ellas, no tiene precio. Es el escenario perfecto para una caminata, y es exactament lo que me he dedicado hacer en los ultimos dias. El otoño es por mucho mi estación favorita del año. Se que en unos dias los arboles quedaran totalmente desnudos, pero mientras tanto mis ojos se maravillan viendo los hermosos colores que van tomando sus hojas.

El otoño huele a nostalgia y a cambio. El otoño viene a darme una importante lección que hoy quiero compartir. El otoño me enseña que el cambio es inevitable. No importa que tan verde se vea el arbol, llegara el otoño y cambiara sus hojas.

Todo cambia. Cambian las hojas de los arboles. Cambia la naturaleza. Cambian las estaciones. Cambia el mundo. Aun nosotros cambiamos.

Pero hay uno que nunca cambia!

Mi Dios nunca cambia!

Saber eso me da seguridad, porque no importa los cambios que vengan a mi vida, el Dios a quien yo sirvo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Aunque los cielos cambien, mi Dios no cambia.

Aunque el mundo cambie, mi Dios no cambia.

Aunque la gente cambie, mi Dios no cambia.

No se que clase de cambios estas afrontando en este preciso momento, solo quiero recordarte que nuestro Dios es inmutable. No cambiara jamás.

Por supuesto no pretendo decir que todos los cambios son malos. De hecho hay cambios buenos que traen bienestar a nuestra vida. Y obviamente esos cambios son siempre bienvenidos.

Sin embargo, creo que al igual que yo no quisieras ver un cambio en Dios, pero podemos estar seguros que eso nunca pasara. Mi Dios permanece para siempre. Su amor por mi permanece para siempre.  Su cuidado por mi permanece para siempre.

¿Como puedo estar tan segura? Porque Él mismo lo afirma en Malaquias 3:6